El Titanic no pudo conseguir terminar su primera travesía pero si logró pasar a la historia como el barco más famoso jamás construido. Lo cierto es que miles de libros y artículos se han escrito. Sea como sea es y probablemente será el barco de la historia.
En la noche del accidente yo no estaba de servicio pero tampoco podía dormir. Recuerdo cuando el capitán entró y nos dijo: ‘Chocamos contra un iceberg’. Nos pidió que estuvieranos listos para enviar una señal de ayuda en el caso de que fuera necesario. Con mis compañeros nos quedamos esperando la orden, pero nada indicaba que hubiera un problema. En una de mis idas hacia la cabina del capitán noté que estaban subiendo mujeres y niños a los barcos salvavidas. El agua llegaba cada vez más cerca y enviamos un mensaje al Carpathia. Después el capitán nos dijo que ya nada se podía hacer. A partir de ese momento cada uno cuidaba de su vida. Escuché tocar a la banda, la música recorría todo el barco. Lo próximo que recuerdo es que estaba en el agua debajo de un bote dado la vuelta. No sé como hice para salir de allí abajo. Había miles de personas alrededor de mi. Todos desparramados en el mar, dependiendo de sus chalecos salvavidas. Sentí que tenía que alejarme del barco. Vimos una gran corriente de chispas y fuego. El barco comenzó gradualmente a doblarse sobre sí mismo. Tenía sólo una cosa en mente y era alejarme de la succión que produciría el hundimiento. Estaba bastante lejos cuando la proa, después de quedar como colgando en el aire comenzó a hundirse. El Titanic desapareció lentamente. Yo tenía mucho frío y también sentí hundirme. Vi un bote cerca de mi y saqué todas las fuerzas que me quedaban para nadar hasta él. Fue muy difícil. Estaba a punto de abandonarme cuando una mano me tomó de los brazos y me ayudó a subir. Nos quedamos esperando que algún barco nos encontrara. Un hombre comenzó a rezar y luego todos lo seguimos. En distintas religiones pedíamos por nuestras vidas. Luego de un rato, casi dormido, vi la luz de un barco acercándose que venía en nuestra ayuda!
Este testimonio de Harold Bride, operador de máquinas del Titanic, y uno de los supervivientes, fue publicado en el The New York Times el 16 de abril de 19 12.
El hundimiento del Titanic, fue portada de los diarios más diversos y conmocionó al mundo entero. El barco más poderoso había naufragado.
El naufragio mas celebre de la historia convirtió al Titanic en un símbolo de la soberbia humana. Hoy todos saben que la tragedia podría haberse evitado si el capitán que pretendía batir el record del cruce del atlántico, hubiera escuchado las advertencias y ordenado reducir la velocidad de la marcha. Su empecinamiento costo 2109 vidas humanas.
Secuencias del hundimiento
El barco colisiona con un iceberg a las 11.40 pm, a las 12.40 tan solo una hora después del impacto 25.000 toneladas de agua han entrado en el Titanic y este comienza a hundirse por proa.
La nave zarpo de Southampton, Gran Bretaña el 10 de abril de 1912, rumbo a New York.
A pesar de los 14 avisos que el titanic recibió a lo largo del día, no pudo evitar encontrarse ante un campo de hielo.
El iceberg es avistado pero una maniobra tardía hace que el titanic pase rozando por el casco.
Las ultimas investigaciones realizadas por sonar, muestran que el iceberg abrió 6 estrechas roturas en lugar de una. La presión del agua a esa altura del casco hizo el resto. Siete toneladas de agua por segundo comenzaron a inundar los seis primeros compartimientos estancos. El agua seguiría ocupando los demás compartimientos.
Durante años se ha creído que fue una larga rotura en el casco lo que hundió al titanic, de haber sido cierta esta teoría , el barco se habría hundido en cuestión de minutos.
En 1985 una expedición al mando de Robar Ballard hallo los restos del titanic esparcidos en el lecho oceánico a casi 4000 metros de profundidad.
Hundimiento
Para las 2.00 a.m. 39000 toneladas de agua habían inundado ya el titanic y sumergido su proa bajo el agua. La tensión en la sección media hacia que el barco se doblara. Las placas de acero se comprimían por la presión y el casco se desplazaba.
Según algunos supervivientes la popa se elevo hacia el cielo y el barco empezó a quebrarse. La reconstrucción del hundimiento demostró que en el momento de alzarse la popa, la presión desplazo la nave.
Por su composición parte del acero que se producía en 1912 podía romperse con facilidad. Nuevos experimentos han demostrado que las frías aguas del Atlántico norte pudieron hacerlo aun mas frágil, la noche del naufragio. El acero se hizo pedazos.
Después de la rotura del barco la popa giro en la superficie y se mantuvo prácticamente vertical durante casi un minuto mientras que la proa y la parte central descendían hasta las profundidades.
Las tres partes del barco descansan ahora sobre un fondo de lodo. La proa se conserva en relativo buen estado. La parte central y la popa están prácticamente destruidas por la presión y el impacto contra el fondo marino.
Perdidas humanas
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1ª Clase |
2ª Clase |
3ª Clase |
Tripulación |
Total |
Hombres |
119 |
142 |
417 |
682 |
1360 |
Mujeres y niños |
11 |
24 |
119 |
3 |
157 |
Total |
130 |
166 |
636 |
685 |
1517 |
Informe sobre el iceberg
El 14 de abril, cuando el Titanic ya había recorrido 1.451 millas (2.335 km), el informe del Caronia, alrededor de las 09:00, señala algunos icebergs en 42°N, 49°W y 51°W. Por la tarde, tres buques, el Baltic , el America y el Noordam informaron sobre icebergs en el mismo lugar. Por la tarde, un quinto buque, el SS Californian, envió el mismo mensaje, pero la tripulación no lo tuvo en cuenta y el buque siguió navegando a toda velocidad (23 nudos, unos 40 km/h), probablemente con el objetivo de batir el récord del RMS Olympic (o simplemente para impresionar a la prensa). A las 19:30, el buque recibió tres nuevos mensajes del Californian señalando grandes icebergs. A las 21:40, mientras que la temperatura era de unos pocos grados, el Mesaba también envió una alerta de icebergs, pero que no se entregó a los vigilantes ni al Capitán. A las 22:00, los dos vigilantes en servicio fueron sustituidos por Frederick Fleet y Reginald Lee; la temperatura exterior era de cero grados, y la del agua los alcanzaría una media hora más tarde. A las 22:55, el Californian, entonces atrapado en el hielo a 20 millas al norte del Titanic, envía un mensaje a todos los buques de las cercanías. En el Titanic, es interceptado por el operador de radio que le responde:
«¡Fuera! ¡Cállate! ¡Estoy en comunicación con Cabo Race!».
Media hora más tarde, el operador de radio del Californian no se localiza en su puesto.
PROYECTO Y VIAJE DEL TITANIC
El gigante sigue ahí, encallado a 4.000 metros de profundidad en el Atlántico Norte. Pero jamás dejó de moverse. En la imaginación de millones de personas; en el insomnio de cientos de investigadores, novelistas y directores de cine; en la ambición de unos cuantos empresarios, en el dolor de los supervivientes, en la angustia de quienes perdieron a algún pariente entre sus pasillos inundados. Viviente entre sus despojos, enorme en su fragilidad, cada vez más dorado en la memoria de las generaciones que supieron de su desgracia y su leyenda simultáneamente, el “Insumergible Titanic” atraca hoy, en la mente de todos, en el 100 aniversario de su naufragio, aproximadamente a las 02:20 en la madrugada del 14 al 15 de abril de 1912.
Su historia empieza con un arrogante proyecto de la línea White Star Line: construir el transatlántico más extraordinario de todos los tiempos. Con 267 metros de largo, 28 metros de ancho, 11 pisos, 46.328 toneladas de peso y capacidad para 3.547 pasajeros, el Titanic se convirtió en el objeto móvil más grande construido por el hombre hasta 1912. El 11 de abril de ese año, con 2.200 pasajeros, el navío partió en su primer viaje del puerto inglés de Southampton, precedido por una frase impactante que se convertiría en su maldición: "es un barco inhundible". Después de dos escalas -una en el puerto francés de Cherbourg y otra en los muelles irlandeses de Queenstown- enfiló por el Atlántico Norte con destino a Nueva York. Pero la noche del 14 de abril un descomunal iceberg abrió una grieta en el costado derecho del casco, que comenzó a tragar agua hasta sumergir completamente al coloso en dos horas y cuarenta minutos. Y sólo dejó el consuelo de rescatar unos cuantos restos y recuperar algunas historias.
Españoles que viajaban en el Titanic
Aunque fueron pocos los españoles que navegaron en el Titanic, los diez que lo hicieron tienen una historia detrás que han investigado y que narran con detalle los periodistas Javier Rayero, Cristina Mosquera y Nacho Montero, quienes precisan "siete de ellos tuvieron mucha más suerte de la que nunca pudieron imaginar: sobrevivieron al naufragio más famoso de la historia de la navegación".
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El matrimonio madrileño formado por Víctor Peñasco y María Josefa Pérez de Soto, que viajaron acompañados por su doncella, Fermina Oliva. Los recién casados Víctor Peñasco y María Josefa Pérez de Soto eran miembros de dos adineradas familias y embarcaron al Titanic para poner la guinda a su fastuosa luna de miel. Viajaron en primera clase acompañados de su doncella, Fermina Oliva, pero los tres pasajeros no corrieron la misma suerte. Fermina y Pepita se salvaron en el bote 8, pero Víctor murió en el naufragio. Su cuerpo no fue encontrado lo que obligó a la familia a comprar un certificado de defunción falso para que María Josefa pudiera ser considerada legalmente viuda. La despedida de Josefa y Víctor fue dramática y de ella ha pasado a la historia la frase que un enamorado Víctor le dijo a su mujer. No le dijo que pronto se verían, ni que estuviese tranquila, ni que todo se iba arreglar. Le deseó suerte, con todo el cariño del mundo. "Pepita, que seas muy feliz". La doncella, Fermina Oliva, era natural de Uclés (Cuenca), aunque se había trasladado de joven a Madrid, donde instaló un pequeño taller de costura. Fue contratada como dama de compañía de la pareja durante su luna de miel, lo que llevó a que también pudiera vivir la terrible experiencia que incluyó, entre otros avatares, el amargo trance de intentar identificar a Víctor entre los cientos de cadáveres del Titanic.
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El grupo de catalanes compuesto por Julián Padró, Emilio Pallás y las hermanas Florentina y Asunción Durán que se conocieron en Barcelona y tomaron la decisión de emigrar a Cuba en busca de nuevas oportunidades laborales. Embarcaron en segunda clase del Titanic para dirigirse a Nueva York, en tránsito hacia La Habana. Gracias a un pasajero argentino lograron acceder a cubierta a tiempo de ponerse a salvo. Florentina y Asunción se salvaron en el bote 12 y Julián y Emilio se verían obligados in extremis a saltar al bote 9 cuando éste ya descendía por el costado del buque.
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Juan Monrós (único miembro de la tripulación de origen español), nació en Barcelona pero estaba afincado en París, aunque pasó una temporada en Inglaterra para buscarse la vida. Por azar fue contratado como ayudante de camarero del lujoso "Restaurante a la carta" del Titanic. La noche del naufragio, tras una cena especial en honor al Capitán Smith, el personal del restaurante fue retenido en un corredor de tercera clase lo que les impidió acceder a la cubierta y los botes salvavidas. Su cadáver fue encontrado en avanzado estado de descomposición y se le dio sepultura en el océano.
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Servando Oviés, empresario asturiano, había emigrado a La Habana para trabajar en una tienda de telas de un familiar. Con el tiempo prosperó y se convirtió en un importante empresario textil. Desde 1907 viajaba cada año a Europa con escala a Nueva York para adquirir productos para su empresa. Acostumbrado a viajar en los buques más rápidos, embarcó a su vuelta a La Habana en el Titanic. Pereció en el naufragio y su cuerpo no apareció, lo que llevó a la familia a comprar, al igual que sucedió con el caso de Víctor Peñasco, un certificado de defunción. La familia llegaría a demandar a la White Star Line pidiendo una indemnización millonaria por la pérdida de sus pertenencias.
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La malagueña Encarnación Reynaldo es una figura que siempre ha despertado mucho interés entre los apasionados del estudio del Titanic pues, a pesar de que sobrevivió, se conoce poco sobre su vida posterior a la tragedia. Se cree que antes de embarcar se encontraba en Inglaterra trabajando como personal doméstico para una familia gibraltareña. En 1912 viajó a Estados Unidos en el Titanic, no se sabe con certeza si para establecerse en Nueva York o para visitar a su hermana, que estaba a punto de dar a luz. Logró salvarse en el bote 9.
Juan Monrós y Servando Oviés fueron los únicos españoles que perecieron en el hundimiento del siglo.
Otras historias de personas que se ahogaron junto a él.
Aferrado a la educación inglesa que había recibido, el adolescente cordobés Edgardo Andrew dejó la estancia El durazno -en la que su padre trabajaba como mayordomo- para encontrarse en Estados Unidos con uno de sus 6 hermanos mayores, Silvano. Corría 1911, y Edgardo tenía 16 años. Desde allí viajo a Londres, y un año después volvió a sentirse urgido por viajar a Nueva York: Silvano había conocido a una joven millonaria con la que estaba a punto de casarse en New Jersey. Edgardo iba a viajar en el buque Oceanic, pero una huelga de los carboneros suspendió la partida de todos los navíos que cruzaban el Atlántico, excepto uno: el Titanic. Sacó un billete de segunda clase y, una vez a bordo, le escribió una carta a Josefina Cowan, su novia: " Figúrese, losey, que me embarco en el vapor más grande del mundo pero no me encuentro nada orgulloso, pues en estos momentos decearía que el Titanic estuviera sumergido en el fondo del océano. No puede imaginarse cuánto siento el irme – sin verla". La historia, revelada por a Clarín en 1998, es ahora enriquecida con nuevos datos investigados por Enrique Dick, sobrino nieto de Eduardo. "A pesar delo que dice la carta yo aseguro que la relación con Josey no era tan seria. Edgardo tenía 17 años y recién estaba abriendo los ojos a un mundo que no quería perderse"anticipa el investigador. Excitado por la odisea, aburrido por el viaje, el argentino despachó otras dos postales desde Queenstown: una a su hermano Wilfred y otra a un amigo italiano, Pero la noticia de su muerte llego antes que los sobres.
El destino había puesto en manos del joven yuppie uruguayo Francisco Carrau un mazo de cartas marcadas. Alos 28 años había sido designado director de la pujante distribuidora de alimentos Carrau & Cía, fundada en 1842, a pesar de ser el menor de 8 hermanos., simpático y habilidoso para los negocios, a ellos dedicaba sus días y sus noches. Soltero, sin novia, sin apuro, partió en 1912 hacia Europa para tramitar ciertos créditos. Cumplida la misión, adelantó su viaje a Estados Unidos aprovechando el estreno delTitanic. Compró dos pasajes en primera clase: con él viajaba José Pedro, un primo seguxtdo de 16 años a quien sus padres habían intentado retener consigo. "Déjerne llevarlo niño, se lo voy a devolver hombre", prometió Francisco a su tío. " Nunca más se supo de ninguno de los dos", recuerda hoy y por primera vez desde Punta del Este Ernesto Carrau, sobrino nieto de Franciscoyheredero de susillónenlaempresa familiar. " Primero llegó la noticia del naufragio", repasa, "El cónsul uruguyo en Nueva York sólo enviaba datos contradictorios". Que un pasajero supuestamente cubano los había visto caminando rtor la cubierta despues del choque con el iceberg que francisco ,un habano encendido en la mano derecha, rechazo su consejo de buscar una plaza en los botes salvavidas." esos flojos solo pescaran un buen resfrio", que por el contrario un ingles había visto a los jóvenes latinos muy asustados en la confusión. Unas semanas despues del naufragio llego una carta suya a su hermano Pedro.Y otros cuantos días más tarde enviaron desde Londres el reloj de Francisco, remitido póstumamente por la casa en la que lo había dejado antes de partir para que lo repararan. Como nadie lo retiraba, lo mandaron por correo. Y todavía circula entre los míos" dice Ernesto, ex presidente de la Cámara Nacional de Comercio; dueño de un aristocrático escritorio de roble coronado con una PC. "Mantenemos el estilo pero no dejamos de renovamos", dice también. Porque la tormenta está cerca. Y ahora él es el capitán.
Pocas veces la vida había empañado la sonrisa de Ramón Artagabeytia, uruguayo, dandi, conservador, infatigable, pródigo, generoso, despreocupado portador de inmejorable alcurnia patricia. Tampoco había abandonado su rostro terso, aquella sonrisa perenne, durante la gira de placer por Europa que, partiendo desde su hogar en Buenos Aires, lo llevaría a Francia para encontrarse con Matilde -una de sus 8 hermanos-, a Alemania para visitar a su sobrino -cónsul uruguayo en Berlín-, a Francia otra vez para despacharse con una de sus habituales ocurrencias: embarcarse en la maravilla flotante que zarparía desde Cherbourg para su viaje inaugural con destino a Nueva York. En primera, por supuesto. "Ramán era respetado y muy querido. Vivía en Buenos Aires porque desde allí dirigía el Partido Nacional –Blanco en el exilio", detalla el ex diputado blanco Juan Manuel Gutiérrez, uno de los sobrinos bisnietos del aventurero que abordó el Titanic con 72 años y su sonrisa ganadora. "Murió, Ramón, tal como había vivido. Lo encontraron flotando con su reloj en hora, tres horas después del desastre. Se habrá agarrado de un bote, de alguna madera, de algo. Pero el frío no le perdonó su audacia". Lo encontraron vestido con sombrero azul, traje azul de vestir, chaleco blanco, botines negros, con cadena y medalla, llaves, cortaplumas, estuche de lentes, 27 libras oro, 20 monedas de oro y 64 dólares en cheques. Tal como había vivido. El 18 de junio de 1912, cuando cuerpo llegó a Montevideo vestía con un cajón de zinc, se hizo el entierro. Para entonces ya había llegado carta dirigida a su hermano Adol contando que "todo lo que se diga este barco es poco" y que había dejado, la estufa eléctrica (!) encendida durante toda la noche "porque hacía mucho frío". Qué historia, la de Raman Artagabeytia. Muchos años antes,, 1871, sus brazos jóvenes lo habían salvado de otro naufragio, cuando un vapor que había tomado en Buenos aires rumbo a Montevideo se incendió en pleno Río de la Plata.
LA PRENSA
La noticia de la colisión del Titanic con un iceberg llegó por primera vez a Nueva York el 15 de abril a la 01:20, una hora antes del final del hundimiento, a la redacción del The New York Times indicaba que podía haber hasta 1.500 muertos. A la mañana siguiente, el The New York Times informó del accidente y publicó una lista inicial de los supervivientes, transmitida a través del Olympic . También, la noticia anunció que el Carpathia llegaba a Nueva York con los supervivientes el 18 de abril. Sin embargo, en Inglaterra, la noticia del naufragio apareció el 17 de abril en los periódicos. El 18 de abril, durante el desembarco de los supervivientes del Titanic a las 22:00, más de 40.000 personas estuvieron presentes y los periodistas cubrieron el evento ampliamente, y recogieron numerosos testimonios. Por ejemplo, el The New York Times alquiló un piso entero de un hotel para instalar una veintena de periodistas, que estaban directamente en comunicación con el periódico por las líneas telefónicas instaladas especialmente para la ocasión.
Sin embargo, la mañana del hundimiento del Titanic, ningún periódico es consciente de la gravedad de los acontecimientos. El New York Evening Sun, titulaba: «Todos los pasajeros del Titanic rescatados después de la colisión (…) remolcado a Halifax». El documento explica que los pasajeros del barco fueron trasladados al Carpathia y al Parisian, y que la tripulación permaneció en el Titanic mientras era remolcado a Halifax, Nueva Escocia. El 16 de abril, en Londres, el Daily Mail titulaba: «Titanic hundido, pero no hay pérdidas de vida humanas». En Nueva York en las oficinas de la White Star Line tranquilizaban a los familiares de los pasajeros, reafirmando que el accidente no había sido grave. Estos informes eran falsos, debido al hecho de que la noticia del naufragio se había transmitido de un barco a otro, y por lo tanto había habido confusión. En Nueva York durante el 15 de abril, los rumores cada vez más insistentes afirmaban que el Titanic se había hundido. La confirmación llegó por la tarde, alrededor de las 18:00, a las oficinas de la White Star Line, gracias a un mensaje del Olympic.
FIEBRE POR EL TITANIC
La fiebre por el Titanic volvió a aumentar desde 1985, cuando el doctor Robert Ballard descubrió los restos del naufragio sepultados a 4.000 metros de la superficie, Desde entonces, la empresa RMS Titanic organizó 5 expediciones submarinas que recuperaron unos 5.000 objetos. El mas impresionante es la gran puerta de entrada a la primera clase, que está entera, También hay elementos que integraban el inventario de la nave y muchos enseres. El naufragio fue una conmoción en el mundo entero, sobre todo en New York y en Inglaterra. Tras el hundimiento, varias comisiones de investigación fueron llevadas a cabo y sus conclusiones se utilizaron para mejorar la seguridad marítima, especialmente a través de nuevas regulaciones. Varios factores se combinaban para explicar tanto el hundimiento como el elevado número de pasajeros que no pudieron sobrevivir. El buque no disponía de botes salvavidas suficientes, los vigías carecían de prismáticos, pues hubo una reorganización en la tripulación desapareció la llave donde se guardaban, los mensajes de peligro emitidos por otros barcos fueron desoído e incluso no fueron entregados y la tripulación nunca llegó a ser entrenada para hacer el simulacro de hundimiento. Como resultado, la evacuación de los pasajeros estuvo mal organizada. El comportamiento del capitán Edward John Smith (que se hundió con el barco) también fue criticado, sobre todo porque había mantenido el barco a una velocidad demasiado alta, dadas las condiciones de navegación.
El Capitán y la Orquesta del Titanic